sábado, 16 de diciembre de 2000

Interculturalidad

La interculturalidad va mucho más allá de la coexistencia o el diálogo de culturas; es una relación sostenida entre ellas. Es una búsqueda expresa de superación de prejuicios, del racismo, de las desigualdades y las asimetrías que caracterizan al país, bajo condiciones de respeto, igualdad y desa-rrollo de espacios comunes.

Una sociedad intercultural es aque-lla en donde se da un proceso dinámico, sostenido y permanente de relación, co-municación y aprendizaje mutuo. Allí se da un esfuerzo colectivo y consciente por desarrollar las potencialidades de personas y grupos que tienen diferencias culturales, sobre una base de respeto y creatividad, más allá de actitudes indivi-duales y colectivas que mantienen el des-precio, el etnocentrismo, la explotación económica y la desigualdad social.
La in-terculturalidad no es tolerarse mutua-mente, sino construir puentes de relación e instituciones que garanticen la diversi-dad, pero también la interrelación creati-va. No es solo reconocer al "otro" sino, también, entender que la relación enriquece a todo el conglomerado social, creando un espacio no solo de contacto sino de generación de una nueva rea-lidad común.


* Desde la ética y los valores sociales, la identidad e interculturalidad se las promueve como el reconocimiento y respeto de la diversidad social, con acciones sobre la dignidad y derechos de las personas y colectivos sociales, para que éstos se constituyan en factores sustanciales de sociedades integradas, democráticas y estables.

* Desde las prácticas e interacción cotidiana, la identidad e interculturalidad, posibilitan actitudes para el entendimiento y relaciones entre “los distintos” para beneficio mutuo y colectivo.
* Como un horizonte de vida, la interculturalidad representa la apertura a nuevos escenarios, conocimientos y prácticas sin contradecir la estima, identidad y capacidades propias de las personas y colectividades.

El reconocimiento de la identidad y la interculturalidad requiere de un diálogo con buena intención, que hay que impulsarlo con lo mejor que tienen las comunidades e individuos, con los aspectos más atractivos de sus culturas, favoreciendo la eliminación progresiva de prejuicios y resistencia mutuos.

Teoría de las Élites

Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales


Élites (Teoría de las)   
 
Rocío Valdivielso del Real
Universidad Nacional de Educación a Distancia

  
Elite, -como todas las palabras- se ha transformado a través de la historia, adquiriendo diferentes acepciones. "El término francés élite es el sustantivo correspondiente al verbo elire (escoger) y hasta el siglo XVI, fue tan solo choix (elección, acción de escoger)" (Ferrando, 1976, p. 7). En el siglo siguiente adquirió más que todo un sentido comercial, para designar a los bienes de calidad especial y fue en el siglo XVIII, cuando se empezó a determinar mediante esta palabra a algunos grupos sociales y, con tal sentido pasó al inglés. Elite empezó a constituirse en el significado que hoy es usual durante la Belle Epoque, y se difundió extraordinariamente al socaire de la boga de los autores "Maquiavelistas" en el primer tercio del siglo XX.
 Así entonces, en el amplio sentido, se indicaba con esta palabra a quienes tenían las más altas aptitudes frente al promedio general y, en un sentido más restringido, se refería al grupo que G. Mosca denominó "clase política". Más tarde W. Pareto, hace una distinción entre "Elite no gobernante" y "Elite gobernante", que ejerce el control efectivo del poder. En este sentido se suele asimilar élite a la "clase dominante" o de oligarquías, como lo hizo R. Michels.
 Los teóricos clásicos de las élites, Mosca, Pareto y Michels -éste último centrado en la organización de los partidos políticos- fueron calificados de "Maquiavelistas". La visión maquiavélica lleva implícita la trasposición de la conducta de un Príncipe a las acciones de las élites políticas decisoras. (Burnham, 1949, p. 104-133 y 177-224). Estos autores son los que al principio del presente siglo, de manera secuencial por la misma época y respondiendo a situaciones concretas de las realidades por ellos vividas, cuestionaron el Estado democrático (y aún el socialista) como garantizador de las igualdades; en el cual siempre se observa que una minoría tiene la facultad o el poder de imponer sus decisiones minoritarias sobre la mayoría.
Sin embargo, la verdadera importancia del elitismo clásico estriba, a nuestro entender, en el empeño que pusieron sus principales representantes en sentar las bases de una nueva forma de entender las ciencias sociales en general y, muy en concreto, la ciencia de la política. Una nueva disciplina en la cual el concepto de élite política o de clase política (según el autor considerado variará la denominación) va a convertirse en el eje central de todo el razonamiento. Es preciso, por tanto, comenzar haciendo una referencia hacia el estudio de los fenómenos políticos, presente sobre todo en los estudios de Pareto y Mosca.
  

El origen de la teoría de las élites
 La teoría de las élites tiene su punto de arranque en la constatación, fácilmente observable, de que en toda sociedad hay unos que mandan, gobiernan y dirigen (la minoría) y otros (los más) que obedecen y son gobernados. El fundamento de la teoría está, pues, en la oposición entre quienes detentan el poder, las élites, y los que no tienen poder, las masas, que son dirigidos por aquéllos.
 
La definición de Pareto
 Vilfredo Pareto ha sido quien ha dado al término y a la noción de élite carta de ciudadanía en Sociología. En opinión de este autor, la élite está compuesta por todos aquellos que manifiestan unas cualidades excepcionales o dan pruebas de aptitudes eminentes en su dominio propio o en una actividad cualquiera. Como se habrá advertido, Pareto define la élite en términos muy parecidos a como la entiende el sentido corriente: le atribuye un valor cualitativo. La élite, a su juicio, esta integrada por miembros "superiores" de una sociedad, por aquellos a quienes sus cualidades eminentes deparan poder o prestigio.
 Por lo demás, a la luz de esta noción de élite es preciso comprender la teoría de la "circulación de las élites" de Pareto. De acuerdo con esta teoría, la pertenencia a la élite no es necesariamente hereditaria: no todos los hijos tienen las cualidades eminentes de sus padres. Se produce pues una incesante sustitución de las élites antiguas por otras nuevas, salidas de las capas inferiores de la sociedad. Cuando tiene lugar esta constante circulación de las élites, se mantiene más firmemente el equilibrio del sistema social, en la medida en que esa circulación asegura la movilidad ascendente de los mejores espíritus. La circulación de las élites concurre al mismo tiempo que el cambio social, porque trae consigo a su vez la circulación de las ideas.
 
La definición de Mosca
 Gaetano Mosca cree que la élite está compuesta por la minoría de personas que detentan el poder en una sociedad. Esta minoría es asimilable a una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es precisamente su organización, su estructuración. Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una élite dominante, etc. Estos lazos o vínculos aseguran a la élite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos característicos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la élite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la élite.
 Pero la élite no es totalmente homogénea. En realidad, está estratificada. Casi siempre cabe observar en ella un núcleo dirigente, integrado por un número reducido de personas o de familias que gozan de un poder muy superior al de las demás. Este núcleo rector desempeña las funciones de liderazgo en el seno de la élite: constituye una especie de superélite dentro de la élite. El liderazgo en cuestión presta a la élite una fuerza y eficacia mayores aún.
 Mosca concluye finalmente en la posibilidad de elaborar una explicación completa de la historia a partir de un análisis de las élites rectoras. La historia se le antoja como animada por los intereses y las ideas de una élite establecida en el poder.
 Por tanto, el hecho innovador de Mosca y Pareto fue incidir en que un grupo minoritario del sistema social se encargara de dirigirlo y que esta minoría se distanciara y escapara del control de la mayoría (Parry, 1980, p. 31). Por lo tanto, un primer y único acotamiento que introdujeron los clásicos fue el de contraponer la élite a la parte de la población excluida de la misma, la no-élite (élite vs masa).
 Ambos autores identifican un grupo dirigente frente a otro que es dirigido, a un conjunto de personas que monopolizan el poder político frente al resto que se ve desposeído de él. A los clásicos sólo les interesa aquellas personas que dominan los accesos generales de las fuentes de poder; no contemplan la posibilidad de que este grupo, grande o pequeño, se encuentre subdividido en unidades más pequeñas que se correspondan con las divisiones del tejido social. No se puede hablar de varias élites sino de una única élite, la élite política. En el campo militar, en el religioso, en el económico se hallan personas con las categorías "residuales" superiores -según la terminología paretiana-; sin embargo, constituyen el centro de atención aquellas personas cuyas categorías "residuales" superiores les confieren las claves de acceso al poder.
 En líneas generales, subyacen dos grandes diferencias entre los dos representantes de la "Escuela italiana de los elitistas". Por un lado, el concepto utilizado por ambos -dirigentes, élite (Pareto), clase política (Mosca)- varía. Según Rebenstorf, Pareto ve en el grupo dirigente, personas individuales que llegan a la cumbre por ser los mejores. Según él, aquéllos que tengan los residuos apropiados, serán capaces de ascender. No obstante, no presupone ninguna cohesión entre aquéllos miembros de la élite que tengan los mismos residuos, para él no tiene ningún sentido la formación de una esencia política común. Frente a este modelo individual, abierto, de elección de los mejores, se opone el modelo de Mosca, la clase política. Aunque Mosca acepta el fenómeno de la dominación de la minoría como universal, su existencia depende del grado de institucionalización logrado; no se entiende su posterior reproducción si no es a través de las organizaciones burocráticas. Los miembros de la clase política no son los mejores en el sentido paretiano, sino que su acceso al poder depende de la educación, que es mediatizada por el origen social. El éxito de la clase política está condicionado a su capacidad para obtener una mayor integración social. Frente al individualismo de Pareto, el concepto de la clase política traduce mejor la cohesión entre los miembros de la misma y la conciencia de la propia posición del individuo en relación con el resto (Rebenstorf, 1993, p. 18 y 29).
 Por otro lado, se atisban ligeras disimilitudes en la interpretación de ambos autores de la obtención y el mantenimiento del poder por parte de las élites. Mientras que Pareto no presta atención al posible papel que puedan jugar las condiciones sociales ambientales en la transformación y la "circulación" de las élites; Mosca, sin embargo, señala que el cambio del equilibrio de poderes en las sociedades democráticas puede influir notablemente en su composición (Herzog, 1982, p. 12-14).

Unidad o pluralidad de las élites
 La dicotomía de la élite gobernante y la masa dirigida expuesta por primera vez por los autores clásicos no exterioriza la diferenciación de la sociedad en toda su dimensión. Sin embargo, estas connotaciones ideológicas que aparecen en las teorías elitistas de los clásicos, han seguido marcando también los estudios más recientes sobre las élites, aunque con distintos matices y diferenciaciones. En este sentido, ha existido toda una controversia, que data ya de varias décadas, sobre la configuración de la estructura de poder que caracteriza a las sociedades industriales modernas. El punto central de esta controversia radica en saber si nuestras sociedades occidentales están regidas por una élite dominante que controla los principales mecanismos de poder, económico, político e ideológico, o si, por el contrario, ante una pluralidad de élites, cuyo poder e influencia se ven en la práctica contrastados y compensados entre sí, alcanzando de este modo algún tipo de equilibrio. Así, mientras unos hablan de "élite del poder" y de "establishment", otros insisten en la existencia de "pluralismo político" y de "equilibrio de poderes". El primer punto de vista responde a lo que se ha venido en llamar la "teoría elitista", el segundo viene siendo conocido como la concepción "pluralista-democrática". Veamos brevemente las argumentaciones de una y otra posición.
 Entre los de la teoría "elitista", están sin duda los estudios aparecidos en los años 50 de dos sociólogos americanos: F. Hunter y C. Wright Mills. El libro de Hunter, Community Power Structure, se centra en la estructura de poder de las comunidades locales, consideradas como un laboratorio de lo que sucedería en el nivel nacional. La principal conclusión de Hunter es que en la ciudad estudiada, Atlanta concretamente, el poder estaba en manos de un reducido número de líderes que controlaban los principales resortes decisorios en la vida de la comunidad. En un trabajo posterior, Hunter concluiría diciendo que "los hombres más influyentes en la formación de la política nacional se encuentran en las grandes ciudades, manejando las grandes empresas corporativas y usando su influencia para conseguir que el gobierno se mueva de acuerdo con sus intereses" (Hunter, 1959, p. 7). El tiempo ha demostrado que es difícil extrapolar al ámbito nacional los resultados obtenidos en la esfera local, y que tampoco pueden ser comparables los estudios de las corporaciones locales encuadradas en sistemas políticos diferentes (Herzog, 1982, p. 103).
 Si los trabajos de Hunter levantaron fuertes reacciones en la comunidad académica americana, mayores fueron aún las que suscitaron con ocasión de la publicación por C. Wright Mills de su obra The Power Elite. En ella, Mills trata de demostrar que las grandes masas de la población americana están dominadas por un reducido número de gente que configuran la élite de poder en la sociedad americana: los propietarios y managers de las grandes corporaciones, los políticos, y los altos mandos militares; tres grupos que confluyen conjuntamente en las altas esferas de sus respectivas pirámides institucionales, formando una élite de poder con múltiples lazos e interconexiones entre sus miembros. Esta unidad de la élite de poder se apoya, según Mills, no sólo en las coincidencias estructurales de las posiciones de mando y de sus respectivos intereses objetivos, sino también en la acción directa que unos y otros llevan a cabo para coordinar sus actuaciones conjuntas, al igual que en toda la red de relaciones sociales que mantienen entre sí los miembros de cada uno de los sectores de la élite (idénticos orígenes sociales, relaciones familiares y personales, intercambio de individuos de las posiciones de un sector a otro, etc.) (Mills, 1956, p. 18 y 55).
Con Mills, ya no se habla de una clase de los mejores, ni tampoco de los elegidos; el elemento determinante es la estructura donde las personas se encuentran incardinadas. Es importante hacer notar que sólo las personas que ejercen el poder durante cierto tiempo forman parte de la élite; se desprecia así a aquellos que desempeñan el poder puntualmente.
 Como tesis, la élite del poder no era novedosa, pero los aportes de Mills están en caracterizar al poder como algo relacional dentro de una estructura social, a través de las altas posiciones y abandonar así la línea de las biografías como base para el estudio de las minorías.
 Frente a estos planteamientos, los teóricos "democrático-pluralistas" han pretendido siempre que la realidad del poder en las sociedades occidentales no responde a un esquema unitario de una élite de poder que parece controlarlo todo. Según ellos, el poder no está de hecho tan concentrado como la teoría "elitista" parece indicar; existe una pluralidad de grupos influyentes y de élites sociales, cada uno de los cuales ejerce su influencia en determinados sectores específicos, lo que impide que exista en realidad una única élite del poder.
 La respuesta contra esta concepción unitaria del poder se inició en los Estados Unidos con Dahl y su escuela. Su aproximación pluralista surgió como consecuencia del estudio de New Haven, ciudad norteamericana en la que analizó la composición de las élites locales. El examen histórico de los grupos dirigentes de la ciudad permitía aseverar el paso de una oligarquía patricia, que dominaba todos los recursos de forma acumulativa, al equilibrio de los diferentes grupos de líderes, cada grupo con un acceso a una combinación diferente de recursos políticos. En cualquier caso, ningún grupo tenía la capacidad de controlar totalmente la comunidad. (Dahl, 1979, p. 1-84). Es lo que estos autores han llamado el "equilibrio de poderes" característico de la sociedad democrática. Para los teóricos pluralistas, el Estado, sujeto como está a una multitud de presiones diferentes, tiene como misión precisamente la de reconciliar los distintos intereses de unos y otros, tratando de mantener una cierta neutralidad y buscando de ordinario la solución de compromiso; única manera de poder tener una política democrática, competitiva y pluralista en las modernas sociedades industriales.
 La reacción a estas teorías "pluralistas", iniciada por Hunter y Mills según hemos visto, se ha visto prolongada posteriormente por nuevos estudios como el de G.W. Domhoff en Estados Unidos y los de S. Aaronovitch y R. Miliband en Gran Bretaña, aunque desde una perspectiva un tanto diferente ahora. Lo característico de estos estudios más recientes es que tratan de ligar la élite del poder a la clase dominante, a diferencia de los anteriores en los que el concepto de "élite" tendría a reemplazar al de "clase dominante" en el sentido marxista. Domhoff, por ejemplo, considera la élite del poder como "servidora de los intereses de la alta clase social; es su brazo ejecutor", en la medida en que son los miembros de esta clase alta quienes definen la mayoría de las cuestiones políticas, forman las propuestas de política general del país y, en definitiva, influyen y dominan completamente al gobierno (Domhoff, 1968, p. 258). En la misma linea, Aaronovitch, en su obra The ruling class, se centra fundamentalmente en ver cómo los capitalistas financieros, como clase económica, dominan políticamente. En sus propios términos, "los capitalistas de las finanzas pueden describirse verdaderamente como la clase dirigente si de hecho las decisiones políticas y económicas son tomadas por sus representantes y a favor de sus intereses". Lo que ciertamente ocurre en la sociedad inglesa, como trata de demostrar a lo largo de todo su estudio, ya que, debido al control que los capitalistas ejercen sobre el Estado, "las decisiones que afectan al bienestar y a las propias vidas de millones de gente se toman sin discusión pública o control popular efectivo" (Aaronovitch, 1961, p. 134 y 160).
 A idénticas conclusiones llega Miliband en The State in Capitalist Society, cuyo argumento central, apoyado en toda una serie de consideraciones teóricas y constataciones empíricas, es que en los regímenes de las democracias occidentales una clase económicamente dominante gobierna a través de instituciones democráticas. En este sentido, nos encontramos, pues, ante una clase dominante que, por su control sobre la vida económica de la sociedad, consigue también influenciar las decisiones políticas en defensa de sus intereses específicos de clase.
 La importancia de estudios como el de Miliband, a pesar de ciertas ambigüedades y puntos discutibles en su argumentación, estriba fundamentalmente en que nos hacen ver la debilidad teórica del concepto de "élites" para explicar el funcionamiento de nuestras sociedades capitalistas actuales, apuntando consiguientemente a la necesidad de acudir para ello al análisis de las clases y de sus relaciones sociales.
 Como ya apunto Mills y, posteriormente otros autores, en los últimos años los estudios sobre las élites han ido centrándose en el análisis de las formas de las redes de relaciones existentes entre las posiciones sociales ocupadas por los miembros de la élite, más que en el de las características individuales de los ocupantes. Por tanto, desde las estructuras se puede averiguar cómo se cumplen las distintas funciones de la dominación, la integración y la representación de los intereses sociales (Highley y Moore, 1981, p. 585). En definitiva, a las élites les distingue su localización estratégica en las organizaciones o en la sociedad para la toma de decisiones. Los grupos dirigentes no ejercen el poder ni en el vacio ni desde la nada, se amparan en las organizaciones mediante las que el Estado y la Sociedad se articulan. Estos estudios conectan el concepto de élite al de estructura. Las élites serán denominadas normalmente aquéllas personas, cuyo poder está institucionalizado, esto es, como expresión de una estructura de poder con una mayor o menor duración determinada (Hoffman-Lange, 1992, p. 19).
 Ello significa, como han apuntado diversos autores con posterioridad, que en la consideración de la sociedad y sus fenómenos claves debe producirse un desplazamiento del interés en las personas físicas como sujetos de las relaciones sociales. En efecto, las personas son contingentes y por tanto cambian y se renuevan. Por el contrario la reiteración de relaciones a partir de las aptitudes diferenciales y los entrecruzamientos e interconexiones de estas relaciones, dan lugar a una serie de espacios abstractos a los que conviene la denominación de posición en sociedad (Pizarro, 1990, p. 37 y Baena, 1992, p. 20).
 En consecuencia, desde esta perspectiva, no existe la posición aislada sino una serie de posiciones que constituyen conjuntos correspondientes a la intersección de relaciones. Ahora bien, las relaciones no se dán sólo en el interior de los conjuntos posicionales, sino también entre las posiciones de cada conjunto y de los demás, de ahí que exista a su vez una red de complejidad aún mayor entre los conjuntos posicionales. 


BIBLIOGRAFIA
AARONOVITCH, S., The Ruling Class, Londres, Lawrence Wishart, 1961.
BAENA, M., Curso de Ciencia de la Administración. Cúpula Organizacional, funciones administrativas y políticas públicas, t.II, Madrid, 1992. (Multicopiado).
BURNHAM, J., Die Machiavellisten, Zürich, Pan Verlag, 1949.
DAHL, R.A., Who Governs? Democracy and Power in an American City, New Haven, New Haven, Yale University Press, 1961.
DOMHOFF, W., "The Power Elite and its Critics", W. Domhoff y B. Hoyt (eds.), C. Wright Mills and the Power Elite, Boston
Beacon Press, 1968, pp. 251-278.
FERRANDO, J., "Las élites", Revista Española de la Opinión Pública, n1 43, 1972, pp. 7-26.
HERZOG, D., "Politik als Beruf: Max Webers Einsichten und die Begingungen der Gegenwart", en W. Luthardt (Hrsg.), Wohlfahrstsstaat, Sozialstruktur und Verfassungsanalysse, Opladen, Westdeutscher Verlag, 1993.
HIGHLEY, J., y MOORE, G., "Elite Integration in the United States and Australia", The American Political Science Review, n175, 1981.
HOFFMANN-LANGE, U., Eliten, Macht und Konflikt in der Bundesrepublik, Opladen, Leske + Budrich, 1992.
HUNTER, F., Community Power Structure. A Study of Decision-Makers, Nueva York, Chapel Hill, 1953.
MILIBAND, R., El Estado en la Sociedad Capitalista, Mexico, Siglo XXI, 1974.
MILLS, W.R., The Power Elite, Nueva York, Oxford University Press, 1956.
MOSCA, G., The Ruling Class, Westport, Greenwood Press, 1939.
PARETO, V., The Mind and Society, Nueva York, Harcourt Brace and Company, 1935.
PARETO, V., The Rise and The Fall of the Elites, Nueva York, 1979.
PARRY, G., Political Elites, Londres, Allen & Unwin, 1969.
PIZARRO, N., Los métodos de estudio en las organizaciones administrativas, Madrid, Coloquio, 1990.
REBENSTORF, H., Die Politische Klasse. Eine Rekonstruktion mit Hilfe des Klassenmodells von Pierre Bourdieu, Doktorarbeit, Freie Universität Berlin, 1993.
RIESMANN, La muchedumbre solitaria, Buenos Aires, Paidós, 1971. 

THEORIA  | Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid

(http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/E/teoria_elites.htm)

"Vattimo exaltó el valor de la pluralidad de culturas", de Jorge Rouillon.

Vattimo exaltó el valor de la pluralidad de culturas 
El pensador italiano cuestionó el concepto de unidad



La Nacion, 13 aprile 2006
di Jorge Rouillon

"La multiplicidad de las culturas es la riqueza de la humanidad", expresó ayer el filósofo italiano Gianni Vattimo en una charla amena y distendida, en la que alabó la pluralidad cultural y cargó las tintas contra el concepto filosófico de unidad.

En el Teatro Presidente Alvear, Vattimo encaró desde su perspectiva el tema del ciclo "Etica, cultura y desarrollo", emprendido por la cátedra abierta del mismo nombre, que preside el economista Bernardo Kliksberg dentro del Complejo Teatral de Buenos Aires.

Sobre todo, señaló que si no hay una sola cultura, no hay una sola verdad, y sacó de ello consecuencias éticas. Del desarrollo no habló.

Al comenzar la reunión, alguien del público dijo fuerte: "Los jefes de gobierno tienen que ser puntuales". El acto, previsto para las 19 -hora en la cual Vattimo ya estaba en el teatro- sólo comenzó a las 19.35, cuando llegó el jefe de gobierno de la ciudad, Jorge Telerman.

Este agradeció el tirón de orejas y dijo: "Espero ser puntual y más cosas que ustedes merecen". Al exaltar el placer de la ciudad por recibir a uno de los grandes filósofos, Telerman dijo que ha tratado de transmitir a sus alumnos "esa especie de pesimismo lúcido" de Vattimo, "que no baja los brazos". Kive Staif, director del complejo, también saludó al disertante, y luego ambos lo dejaron solo en el escenario.

Más latino que occidental 

Vattimo habló con bastante soltura en español y entabló buena comunicación con el público. "No sé si me puedo llamar argentino, gaucho, pero puede ser -discurrió-, porque muchos argentinos son de origen italiano. Pero me siento un argentino casi analfabeto." Entre el público, que llenaba el teatro, estaban la secretaria de Cultura, Silvia Fajre; los agregados culturales de la embajada italiana, Ennio Bispuri y Renato Poma; la presidenta de la Academia de Bellas Artes, Rosa María Ravera, y la filósofa ítalo-argentina Paola Delbosco.

Tras expresar que se siente "más latino que occidental, en el sentido político", Vattimo criticó la idea de unidad y de que haya "una" cultura (generalmente, eurocéntrica). Desplegando a Heidegger, dijo que el ser acontece en un lenguaje, el juicio se da en un contexto histórico. Así, tras citar al antropólogo Claude Levy-Strauss -"que nos enseñó a hablar de culturas"- y asombrarse de que todavía esté vivo -al tiempo que bromeó sobre el estupor con que algunos recibieron la muerte del filósofo Gadamer, cuando en realidad tenía 102 años-, Vattimo conectó determinadas ideas con un momento. "El estructuralismo no hubiera podido devenir tan popular en Francia si no hubiera coincidido con la guerra de Argelia. Devino un modo hegemónico: no se podía no ser estructuralista". Aunque confesó: "Yo nunca lo fui; entre otras cosas, porque no lo entendía demasiado".

Tras señalar que hay culturas (en plural), maneras en las cuales las sociedades organizan su vida, dijo que éstas pueden dialogar, e incluso chocar. "Me gustaría que un choque fuera de culturas, como de arte. Nunca he visto un surrealista que bombardee a un abstractista."

De la pluralidad de culturas, dedujo que no hay una sola verdad. Y tras cuestionar la noción de unidad -y sus consecuencias políticas, que llevan al Parlamento europeo, que él integró, hasta pretender prohibir el roquefort, por sospecharlo podrido-, postuló como ética la caridad, la solidaridad, el respeto por el otro. "En un mundo donde no hay verdad -dijo-, o hay caridad o no hay mundo."

Y concluyó: "Con el permiso de las autoridades, yo me voy". Dio su e-mail:
gianni.vattimo@unito.it. Aunque aclaró: "Obviamente, si todos me escriben, no podré responderles".

(http://www.giannivattimo.it/News2/Vattimo%20in%20Argentina.html)

Oriana Fallaci



Nacida en una familia sencilla del norte de Italia, Oriana Fallaci fue la mayor de tres hermanas, Neera y Paola, ellas también periodistas y escritoras. Su infancia transcurrió en la Italia fascista de Mussolini. Su padre era un activo antifascista, que sin duda influyó en las ideas de la jovencísima Oriana quien, todavía adolescente, fue partisana durante la II Guerra Mundial. Participó en la Resistencia contra la ocupación nazi en su Toscana natal. La joven Oriana se unió así al movimiento clandestino de la Resistencia "Justicia y Libertad" viviendo en primera persona los acontecimientos de la guerra: durante la ocupación de Florencia por los nazis, el padre fue hecho prisionero y torturado en Villa Triste, y luego liberado. Por su activismo durante la guerra recibió a los 14 años un reconocimiento de honor por parte del Ejército Italiano y una pequeña indemnización económica que aceptó para poder comprar zapatos a sus hermanos pequeños.

Tras la guerra, estudió Medicina en la Universidad de Florencia a base de becas, pero nunca terminó la carrera. Poco después inició una extensa carrera como periodista. Como corresponsal de guerra siguió muchos de los conflictos del siglo XX, desde Vietnam a Oriente Medio, desde India-Pakistán a Latinoamérica, y logró entrevistar a numerosos líderes y celebridades de su época, como Henry Kissinger, el Sha de Persia, el ayatolá Jomeini, Willy Brandt, Zulfikar Ali Bhutto, Walter Cronkite, Muamar el Gadafi, Federico Fellini, Sean Connery, Sammy Davis Jr, Nguyen Cao Ky, Yasir Arafat, Indira Gandhi, Alexandros Panagoulis, Golda Meir, Haile Selassie, Mao Tse Tung, y John y Robert Kennedy.

El 2 de octubre de 1968 fue herida de bala en la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad Habitacional de Tlatelolco en la Ciudad de México cuando cubría las manifestaciones estudiantiles que se llevaban a cabo en los días previos a los Juegos Olímpicos de México 1968.
Siempre desde posiciones liberales y laicas, su estilo literario es apasionado, controvertido y polemista. Ha trabajado diversos géneros, desde el ensayo hasta los reportajes o la entrevista. Según la cubierta que publicó la casa editorial La Esfera, cada título de su trilogía sobre el islam "vendió un millón de ejemplares". Sus libros han sido traducidos en más de treinta países. Ha recibido numerosos galardones y reconocimientos, entre los que destaca el Doctorado del Columbia College de Chicago. Retirada a principios de los años noventa a causa de una grave enfermedad, decidió volver a escribir tras el 11 de septiembre de 2001, del que fue testigo inmediato como ciudadana neoyorkina. Desde que rompió su silencio con La rabia y el orgullo, ha dedicado sus obras «a defender la civilización occidental, no frente a la musulmana, sino frente al fundamentalismo islámico». En opinión de la escritora, existe un alarmante proceso de islamización de Occidente, al que denomina Eurabia, proceso que, en su opinión, habría contado con la complicidad de la izquierda europea. Esas polémicas tesis le han granjeado no pocos problemas (incluidos procesos judiciales por «difamación contra el islam») y campañas en su contra, aunque cuenta también con numerosos defensores.

Los últimos años de su vida vivió en Nueva York, donde mantuvo una larga lucha contra un cáncer de pulmón al que elevó a categoría literaria y al que en sus últimas obras denominaba "El Otro". Ante el agravamiento de su enfermedad regresó a Italia, donde falleció en un hospital de su Florencia natal el 15 de septiembre de 2006.

"El inútil diálogo que el islam rechaza...", de Oriana Fallaci

Martes 19 de julio de 2005 | Publicado en edición impresa
Tras los atentados: opinión / Nota III de IV

El inútil diálogo que el islam rechaza desde hace 1400 años
     


NUEVA YORK.- Continúa el discurso sobre el diálogo entre las dos civilizaciones. Y que me trague la tierra si me preguntan cuál es la otra civilización, qué hay de civilizado en una civilización que no conoce siquiera la palabra libertad. Que por libertad entiende la "emancipación de la esclavitud". Que acuñó la palabra libertad recién a fines del siglo XIX para poder firmar un tratado comercial. Que en la democracia ve a satanás y la combate con explosivos, cortando cabezas. Que de los derechos del hombre, tan escrupulosamente aplicados por nosotros con los musulmanes, no quiere ni hablar. De hecho rechaza suscribir la Carta de Derechos Humanos redactada por la ONU y la sustituye con la Carta de Derechos Humanos realizada por la Conferencia Arabe.

Que me trague la tierra también si preguntan qué hay de civilizado en una cultura que trata a las mujeres como las trata.

El islam es el Corán, queridos míos. De cualquier manera y en todas partes. Y el Corán es incompatible con la libertad, es incompatible con la democracia, es incompatible con los derechos humanos. Es incompatible con el concepto de civilización.

Y ya que he tocado este tema, escúcheme bien, señor juez de Bérgamo, que me ha querido incriminar por vilipendiar al islam, pero que jamás ha culpado a mi perseguidor por vilipendiar al cristianismo. Ni siquiera por instigación al homicidio (el mío).

Me escucha y sin embargo me condena. Me da tres años de reclusión que los magistrados italianos no dan ni a los terroristas que son apresados con explosivos en una cantina. Su proceso es inútil. Mientras tenga un hilo de aliento yo repetiré lo que he escrito en mis libros y que vuelvo a escribir aquí. Nunca me he dejado intimidar, no me dejo intimidar por las amenazas de muerte ni por las persecuciones, por las denigraciones, por los insultos de los cuales usted se ha cuidado bien de protegerme.

JESÚS Y MAHOMA

Continúa también la indulgencia que la Iglesia Católica (por otra parte la mayor partidaria del diálogo) profesa en todo lo relacionado con el islam. Continúa por lo tanto su irreducible voluntad de subrayar el "patrimonio espiritual común transmitido a nosotros por las tres grandes religiones monoteístas": la cristiana, la judía, la islámica. Las tres basadas en el concepto del Dios único, las tres inspiradas en Abraham. El bueno de Abraham, que para obedecer a Dios estuvo por degollar a su hijo como a un cordero.

¿Pero qué patrimonio común? Alá no tiene nada en común con el Dios del cristianismo. Con Dios Padre, el Dios bueno, el Dios afectuoso que predica el amor y el perdón. El Dios que en los hombres ve a sus hijos. Alá es un dios patrón, un dios tirano. Un dios que en los hombres ve a sus súbditos y hasta a sus esclavos. Un dios que en lugar del amor, predica el odio, que a través del Corán llama perros infieles a aquellos que creen en otro dios y ordena castigarlos. Sojuzgarlos, matarlos.

Entonces ¿cómo se pueden poner en el mismo plano el cristianismo y el islamismo? ¿Cómo se hace para honrar de igual modo a Jesús y a Mahoma? ¿Alcanza de verdad la cuestión del Dios único para establecer una concordancia de principios, de valores?

Este quizás es el punto que en la realidad posterior al ataque de Londres me molesta más. Me altera también porque expone, es decir, refuerza lo que considero un error del papa Wojtyla: no luchar todo lo necesario contra la esencia antiliberal y antidemocrática del islam. En estos cuatro años no he hecho más que preguntarme por qué un guerrero como Wojtyla, que contribuyó a la caída del imperio soviético y, por lo tanto, del comunismo, se mostró tan débil ante una desgracia peor que el imperio soviético y que el comunismo.

MANDAMIENTO

Naturalmente comprendo que la filosofía de la Iglesia Católica se basa en el ecumenismo y en el mandamiento de "amarás a tu enemigo como a ti mismo". Que uno de sus principios fundamentales es, al menos en teoría, el perdón, el sacrificio de poner la otra mejilla (sacrificio que rechazo no sólo por orgullo, sino porque lo considero un incentivo del mal, para quien hace mal).

Sin embargo, existen también el principio de la autodefensa y el de la defensa legítima, y si no me equivoco la Iglesia Católica recurrió a ellos muchas veces. Carlos Martel venció a los invasores musulmanes alzando el crucifijo. Isabel de Castilla los echó de España haciendo lo mismo. Y en Lepanto había incluso tropas pontificias.

Y si esos católicos no hubieran aplicado el principio de autodefensa, de legítima defensa, hoy también nosotros llevaríamos la burka. También nosotros llamaríamos a los pocos sobrevivientes perros infieles. Y la basílica de San Pedro sería una mezquita como la iglesia de Santa Sofía, en Estambul. Peor: en el Vaticano estarían Osama ben Laden y Mussab al-Zarqawi.

Así, cuando tres días después del nuevo ataque el papa Ratzinger volvió a hablar de diálogo, me quedé petrificada. Su Santidad, le habla una persona que lo quiere, que le da la razón en muchas cosas. Que debido a ello es escarnecida con motes de atea-devota, laica-chupacirios. Una persona que comprende la política y sus necesidades. Que comprende los dramas del liderazgo y sus compromisos. Que admira la intransigencia de la fe y respeta las renuncias o las concesiones a las que obliga.

Sin embargo, la siguiente pregunta debo exponerla igual: ¿cree de verdad que los musulmanes aceptan un diálogo con los cristianos y con las otras religiones o con los ateos como yo? ¿Cree de verdad que pueden cambiar, enmendarse, parar de sembrar bombas? Usted es un hombre erudito, Su Santidad. Y los conoce bien. Me explica, entonces,: ¿cuándo en el curso de su historia, una historia que ya lleva 1400 años, han cambiado o se han enmendado?

Traducción: María Elena Rey .

Por Oriana Fallaci
Del Corriere della Sera

http://www.lanacion.com.ar/722606-el-inutil-dialogo-que-el-islam-rechaza-desde-hace-1400-anos

Modelo de Informe de Lectura: "El inútil diágolo..." de Fallaci

Fallaci, Oriana. “El inútil dialogo que el Islam rechaza desde hace 1400 años” en Corriere Della sera. 19 de julio de 2005.

Oriana Fallaci, oriunda de la ciudad de Florencia, Italia, quien fue una escritora y periodista de gran prestigio internacional, es la autora del texto “El inútil dialogo que el Islam rechaza desde hace 1400 años”, el cual aborda la temática del diálogo entre el Islam y el Occidente, con la finalidad de demostrar que dicha religión no debe ser considerada una civilización y que no se debe continuar insistiendo en dialogar con ella. Fallaci realiza un análisis no demasiado exhaustivo de las acciones y características conflictivas del Islam. La autora argumenta continuamente de manera parcial y manipuladora y trata de convencer férreamente al lector sobre su postura, además deja de lado el aspecto económico de la problemática y trata solo el político y social, al igual que trabaja con énfasis las causas del conflicto pero no sus consecuencias. 
 La periodista organiza estratégicamente sus ideas en tres grandes apartados. En el primer apartado, la autora intenta demostrar que el Islam no debe ser considerado una civilización, y que ella no debe ser condenada por un juez por despreciarlo en sus escritos. En el segundo apartado, Fallaci establece una interesante comparación entre el Dios cristiano y el Dios islámico. En el tercer y último apartado, la autora plantea y critica los mandamientos católicos por los cuales la iglesia continua apelando a dicho diálogo con el Islam y argumenta, de forma no acertada, que esto es absolutamente en vano.
 Inicialmente, Fallaci sostiene mediante argumentos no demasiado profundos que el Islam no debe ser considerado una civilización ya que no acepta los Derechos Humanos que Occidente con tanto afán defiende, como por ejemplo: la libertad, la democracia y los derechos de la mujer y ataca con violencia a quienes si defienden dichos Derechos.
Luego, la autora establece una antagónica comparación entre Jesús y Mahoma, calificando al Dios cristiano de protector, bueno, afectuoso e indulgente y al Dios islámico de tirano, patrón, esclavista, predicador de odio y de castigo hacia quienes piensan de otra manera.
Posteriormente, la periodista realiza una crítica de dos de los mandamientos cristianos. En primer lugar rechaza el mandamiento cristiano de “amar al enemigo como a uno mismo” argumentando que no es compatible con su orgullo y que incentiva el mal para quienes hacen el mal y en segundo lugar defiende el mandamiento de la “Legítima defensa” argumentando que los cristianos lo han utilizado, correctamente, contra los ataques islámicos de otros tiempos, ya que de lo contrario occidente también formaría parte los adoradores de Mahoma, se despreciaría a quienes no fueran islámicos y se protegería a terroristas como Osama ben Laden. Por esto, la autora se posiciona en desacuerdo con la idea de los cristianos de buscar el diálogo con el Islam e insinúa a todos sus lectores y al mismo Papa la adopción de esta postura.
 La autora se construye como un enunciador avasallante, férrea defensora de los derechos humanos, incomprensiva, rencorosa, valiente, atea, comprometida con sus ideologías, liberalista, demócrata  y capitalista.
Podemos comparar las ideas de Oriana Fallaci con las de Umberto Eco, quien plantea que Occidente tiene interese sobre Medio Oriente, específicamente sobre su petróleo. Eco considera que detrás de los enfrentamientos existen intereses económicos, lo cual no es abordado, en lo absoluto, por Fallaci, a pesar de ser una férrea capitalista neoliberal. Las ideas de Umberto Eco son interesantes sobre el conflicto entre Occidente y Medio Oriente.
            En conclusión, por todo lo argumentado por la autora, es posible afirmar que ella responde a sus ideologías, caracterizando a Occidente de civilizado, a Medio Oriente de no civilizado y declarando que el diálogo entre ellos es inútil y estéril. Su postura en contra del diálogo no es acertada, ya que debería buscar una solución pacífica al conflicto. ¿Esto no debió haber sido comprendido por una férrea defensora de los Derechos Humanos?

Eurocentrismo

[...] El eurocentrismo es un concepto que describe la arrogancia de unas culturas [europeas]
que se autocalifican como superiores condenando a las demás a la consideración de
“subculturas” atrasadas o inferiores. El eurocentrismo, establecido por las sociedades
política y económicamente dominantes, produce y perpetúa estereotipos y prejuicios
sobre otras sociedades y pueblos. [...]

(http://www.bantaba.ehu.es/formarse/ficheros/view/Exposici%C3%B3n_1_Sesi%C3%B3n_2.pdf?revision_id=10994&package_id=10773)

viernes, 15 de diciembre de 2000

Los propósitos del discurso


Los discursos pueden tener múltiples propósitos, mediatos e inmediatos. Hablaremos de tres, a nuestro entender, los más importantes. 
Entre los mediatos, el propósito que vinculamos  a la finalidad,  responde  a un interés grupal, ideológico, vinculable con el problema /quaestio que lo generó; el propósito profesional,  busca desarrollar conocimiento en alguno de los  campos de la experiencia humana: la psicología, la sociología, la historia, la geografía, la medicina etc..    
¿Cómo puede precisarse este propósito siendo los campos tan complejos y diversos? Un consejo es obervar el tratamiento que los autores dan a los temas. Veamos un ejemplo, en un pasado no muy lejano, alguien se preguntó por qué algunos hombres ocultaban o protegían sobremanera sus genitales. Surgieron numerosas respuestas, entre ellas, la que sigue:
”Cuando el niño (varón) ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta ocupación manual en ellos y después tiene que hacer la experiencia de que los adultos no están de acuerdo con este obrar. Mas o menos clara, más o menos brutal, sobreviene la amenaza de que se le arrebatara esta parte tan estimada por él. La mayoría de las veces, la amenaza de castración proviene de mujeres” (El sepultamiento del complejo de Edipo, 1924)

En este fragmento, Sigmund Freud habla de la genitalidad masculina y, aunque no lo haga en forma explícita, ensaya una respuesta a ese interrogante: algunos hombres se cubren  o protegen en exceso por ese temor a la castración que sobrevino en el despertar de su sexualidad. Responde no como lo haría el mismo niño o un médico, analizando las posibles enfermedades que justificarían la sobreprotección, tampoco lo hace como un anatomista, hablando de las características biológicas que obligan a su cuidado.  Para tratar el problema utiliza conceptos como “estima”, “castración” que corresponden a su especialidad, el psicoanálisis (el marco o contexto disciplinar que le da sentido a sus interpretaciones). Su finalidad es contribuir al campo de la psicología. Como en el caso que acabamos de analizar, la mayoría de las veces el marco utilizado en la resolución de los problemas permiten inferir el campo de aplicación, pero es necesario saber que marco y campo no siempre coinciden.
El propósito inmediato, de este y de todo discurso, es comunicar “algo” con una intención, la de convencer a los destinatarios del punto de vista (hipótesis/ respuesta) que el discurso promueve. Con ese objetivo,  entra,  directamente o no, en discusión con otros discursos; todo depende de cómo se presente y de los efectos que busque provocar: a) efecto de objetividad y saber legitimado;  o  b)  efecto de saber que quiere legitimarse. Ahora bien, aun cuando se trate de un saber legitimado y se desarrolle una explicación, los discursos presentan una dimensión argumentativa, deben convencer de la veracidad de la información que aportan y eso lo hacen a través de datos, de explicaciones solventes, de la mención de fuentes y de  referencias bibliográficas. Todos estos aspectos del discurso los iremos viendo através de cada uno de los módulos de este manual.

Argumentación

SECUENCIA ARGUMENTATIVA

El desarrollo de las prácticas democráticas impulsa muchas veces la enseñanza de la argumentación. Esto se debe a que el conocimiento de los mecanismos argumentativos permite a los individuos defenderse de la manipulación a la que tienden gran número de discursos sociales. A esto se agrega que la participación en distintas instancias de la vida pública, desde centros de estudiantes  hasta el ejercicio parlamentario, exige el dominio de estrategias verbales que hagan posible desplegar de manera convincente las ideas que se desean proponer.
Los discursos argumentativos son aquellos que buscan persuadir a un destinatario a partir del desarrollo razonado de las opiniones que en relación con un determinado campo, problema o individuo sustenta el enunciador, quien se manifiesta y confronta su opinión con la de los otros. Esa confrontación de ideas se da por la condición dialógica del discurso argumentativo y se pone en evidencia en el uso de concesiones, ironías y otras estrategias de refutación.
En su origen, los discursos argumentativos  se vinculaban a tres prácticas sociales fundamentales de la antigua Grecia: la jurídica, la política y la conmemorativa. De allí que los tres géneros estudiados por la Retórica de Aristóteles fueran el jurídico, el deliberativo y el epidíctico.
En la actualidad,  los géneros discursivos argumentativos circulan en los distintos ámbitos sociales: en los medios de comunicación, notas de opinión y editoriales entre otros; en espacios políticos desde los discursos electorales hasta en los ensayos; en el campo religioso, sermones, encíclicas, declaraciones de autoridades; en la educación, fundamentación de un cambio curricular, discursos conmemorativos, conferencias, etc.
En todos los casos, el desarrollo discursivo tiene en cuenta al destinatario, no solo para la selección de los argumentos y del tipo de pruebas (testimonios, leyes, ejemplos históricos) sino también del peso relativo de lo racional y de lo emocional, del vocabulario e incluso de la extensión y de la entonación (si fuera  oral).
Y a pesar del aparente rigor conceptual que pueden adoptar, trabajan con un material afectado por valoraciones sociales que inciden en la actividad interpretativa del receptor. Por otra parte se basan en premisas verosímiles, es decir, simplemente admisibles o susceptibles de ser admitidas por los interlocutores, de allí que no tengan la prueba de una demostración matemática o lógica y que las conclusiones a las que arriban puedan ser refutadas.
Finalmente es importante señalar, en estos discursos, la presencia del sujeto enunciador, quien construye una imagen de sí como desea mostrarse, objetivo, apasionado, enérgico o tímido, y además emite juicios apreciativos sobre los acontecimientos o personajes a través de adjetivos valorativos y asigna o no credibilidad a las opiniones de los otros.
Argumentar es “dar razones” con la intención de persuadir  al destinatario apelando a los sentimientos, o de convencerlo mediante razonamientos.
La estructura de la secuencia argumentativa incluye:
1- Un tema general o punto de partida que da origen al texto (circunstancias o pensamientos que lo originan).
2- Una posición particular del autor, llamada hipótesis, proposición, opinión, tesis, perspectiva o punto de vista. Es aquello de lo que se intenta persuadir o convencer. Puede plantearse en forma directa (explícita) o desprenderse indirectamente (en forma implícita) de los argumentos desarrollados. En este  último caso, es el destinatario quien deberá reconstruirla. (EN LOS TEXTOS ACADÉMICOS LA HIPÓTESIS DEBE SER EXPLÍCITA)
3- La demostración, es decir, una serie de argumentos particulares orientados a justificar el punto de vista, es el cuerpo principal del trabajo argumentativo. Aquí se despliegan los distintos argumentos que apuntalarán la tesis. La argumentación tiende a la construcción de un concepto nuevo. El sujeto se manifiesta y confronta sus opiniones con las opiniones de los otros. Su discurso establece una relación dialógica  con las voces internas del texto (polifonía). El lenguaje que utiliza intenta ser persuasivo, usa la primera persona del plural y  así, involucra al oyente o lector, lo hace partícipe de la discusión y lo obliga a tomar partido, lo compromete emocionalmente. A estos efectos puede utilizarse el vocativo, usted, vos, tú y el modo imperativo de los verbos.
4- Un cierre o conclusión, en el que el autor retoma las líneas básicas expuestas en sus argumentos y expresa la finalidad de su razonamiento.

Los párrafos de apertura y cierre en la argumentación son fundamentales:

La introducción de una secuencia argumentativa suele cumplir alguna de las siguientes funciones:
- ubicar al lector en el tema o problema a desarrollar en el resto del trabajo.
- adelantar la tesis defendida.
- narrar sintéticamente los hechos sobre los que se va a opinar.
- mencionar antecedentes de la situación actual del problema.
-citar a alguna autoridad en la materia, dar algún ejemplo que atraiga la atención del lector o hacer alguna pregunta que lo sensibilice ante el problema que se plantea y lo predisponga positivamente hacia el enunciador.
La conclusión puede:
- resumir las principales ideas del escrito reafirmando la tesis demostrada.
- mostrar consecuencias que podrían  sobrevenir en el futuro.

La demostración o momento de la exhibición de las pruebas puede incluir estrategias argumentativas procedentes de la antigua retórica:
Conceptualizar. Definir: “El amor es más fuerte. También  es lo más importante.”
Reformular: “Es decir que es capaz de vencer todos los obstáculos”
Ejemplificar: “Existen numerosos casos de enamorados que persisten en su amor más allá de la oposición de sus padres. Un amor que puede llevarlos a la muerte”
Contar anécdotas: “Basta con recordar la historia de Romeo y  Julieta. Dos enamorados, hijos de familias rivales, que vivieron un apasionado romance en secreto y hasta murieron por amor”.
Hacer concesiones: “Admitamos que para no todos los seres humanos el amor es más fuerte que otras pasiones como el deseo de poder o la  ambición”
Desmentir: “Pero se equivocan al ridiculizar ese sentimiento. Los seres humanos no somos tan desalmados”
Hipotetizar. Derivar consecuencias: “Si el amor no reinara en nuestros corazones ningún tipo de convivencia sería posible y el mundo sería evidentemente una selva”
Citar: “Ya lo dice la tradición  popular ‘El amor es la sal de la vida’.”
Analogía: “Si algo puede conformar a todos es la obertura de este difícil concierto de la reconstrucción   nacional a cargo de las Fuerzas Armadas. No desafinó, hasta ahora ningún instrumento.”
Metáfora: “Mientras tanto, la enfermedad que carcomía progresivamente todos los resortes vitales de la Nación, seguía  haciendo su obra. La economía del país mostraba con la claridad de la evidencia haber entrado en la etapa vecina del colapso total.”
            Sarcasmo: (disimula una agresión detrás de una actitud aparentemente benévola) “Los ecologistas son buenos, comprensivos. Incapaces, se supone, de matar una mosca. Es más, si te llegaran a ver matando a una, serían capaces de romperte la cabeza”.
           Pregunta retórica: (expresa una afirmación en forma de pregunta) “¿Hasta cuando se sostendrá esta situación?”

Selección del léxico:

a) Cuando se está seguro de lo que se dice: afirmar, aseverar, confirmar, corroborar.
b) Cuando no se está tan seguro: creer, suponer, adivinar, presumir, calcular, dudar, estimar, conjeturar.
c) Cuando no se está seguro, pero se está pensando: analizar, considerar, reflexionar, investigar, examinar, buscar evidencias.
d) Para indicar que una opinión se apoya con argumentos: justificar, fundamentar, apoyar, probar, demostrar, garantizar, postular.
Conectores lógicos más usados:
Oposición: pero, sin embargo, no obstante.
Refutación: en lugar de, sino, muy al contrario, por el contrario.
Causa: porque, ya que, a causa de ello, como.
Consecuencia: por lo tanto, debido a esto, de modo que.
Conclusión: en síntesis, en conclusión, puesto que, entonces.
Condición: si, en tanto.
Reafirmación y énfasis: en efecto, de hecho, en realidad, efectivamente.
Ejemplificación: por ejemplo.
Enumeración: en primer lugar, en segundo lugar, por último.
Generalización: generalmente.

Argumentación: planificación
En la argumentación es muy importante pensar los elementos que componen la red argumentativa
 ( Toulmin[1]):

la hipótesis o la conclusión
que queremos compartir con los demás.
los datos o las pruebas
que  demuestran que la hipótesis es correcta
(argumento de naturaleza empírica)
la ley o argumento conceptual
que permite entender por qué  las pruebas llevan a esa conclusión
(argumento de naturaleza conceptual)

El ejemplo de “El amor es más fuerte”, texto que acabamos de leer, presenta una serie de datos o pruebas que se apoyan en un principio o garantía que proviene del sentido común o de algún marco teórico).

la hipótesis o la conclusión
el amor es más fuerte
los datos o las pruebas
Romeo y Julieta dieron su vida por amor
(argumento de naturaleza empírica)
la ley o argumento conceptual
Hay sentimientos que prevalecen unos sobre otros
(argumento de naturaleza conceptual)

Otro ejemplo. Todos sabemos que a las madres (y muchas veces también a los padres) no les gusta que sus hijos se ensucien la ropa por distintas razones o creencias: porque la ropa se deteriora con los numerosos lavados, porque no tienen tiempo para lavar, porque quieren que sus hijos sean cuidadosos. Así si  en un grupo en el que es habitual pensar de esta manera, a un niño se le cae el helado bastará con que diga “mi mamá me va a matar” para que los que lo acompañan, infieran por qué y entienda su argumentación (aunque la comparta o no)


la hipótesis o la conclusión
mi mamá me va a matar
los datos o las pruebas
Se me cayó el helado de chocolate en la remera nueva.
la ley o argumento conceptual
“mi madre ama la limpieza y la prolijidad”

Otro ejemplo, más social.
la hipótesis o la conclusión
Hoy muchos argentinos, están  deprimidos
los datos o las pruebas
Perdió Argentina la final del mundo.
la ley o argumento conceptual
Los argentinos y la Selección de fútbol son un solo corazón.





Como hemos visto en los casos que hemos presentado, el correcto entramado de los distintos tipos de argumentos con la conclusión resulta fundamental para el andamiaje discursivo. La construcción de la argumentación se vuelve más rigurosa cuando se trata de un discurso escrito y el argumentador debe trabajar con las posibles creencias y saberes de unos lectores, a quienes no siempre conoce. 

En el caso del texto de van Dijk que leímos en el cuadernillo, la red podría estar delimitada de la siguiente forma:

la hipótesis o la conclusión

El racismo se aprende a través del discurso de las elites

los datos o las pruebas

 Los discursos reproducen las representaciones de la elite

      señalan los rasgos que la vuelven superior en relación con otros sujetos sociales (Ej: los idiomas europeos están más desarrollados que los restantes)                         
      seleccionan y tratan temas que interesan a la elite, y descartan otros como poco importantes, por ejemplo, los reclamos de un grupo minoritario.
      ocultan los  aspectos negativos de nuestra cultura y no hablan de los aspectos positivos de las minorías.

(Todos estos datos acompañados de las referencias correspondientes a libros y medios en que estos ejemplos fueron observados)
la ley o argumento conceptual


Todo lo que aprendemos, lo hacemos a través de la palabra y el ejemplo. Los discursos no son neutrales.

Van Dijk toma como punto de partida las creencias de sus lectores: “uno es racista” no aprende a serlo y además, los medios y los libros dicen la verdad. A esos lectores, en este caso, les dice lo contrario y les muestra las pruebas para convencerlos.

Proponemos ahora una ejercitación breve.
1.       Completar la red argumentativa de los siguientes textos, escritos en diciembre de 2010, en ocasión de la toma del parque indoamericano de Lugano. Los textos son reproducidos tal cual fueron publicados en la página http://www.subdivx.com  respondiendo a la siguiente pregunta o quaestio: “¿Hay que sacar a los ocupantes del parque o no?”
2.       Ya que estamos practicando escritura, corregir la puntuación y la ortografía.
3.       Planificar la propia red, y escribir luego una carta de lectores dirigida a la página de la que fueron extraídos los textos.

www.subdivx.com/X9X786881
Si que los saquen a todos, en la ciudad de buenos aires hay casi 1 millon de personas que alquilan y muchas mas en el conurbano , que pagan el alquiler y no andan usurpando terrenos, digo esto porque alquilo desde hace mas de 20 años .
No puede ser que inmigrantes ilegales con organizaciones mafiosas se queden con los terrenos que son de los ciudadanos que pagan impuestos, y alquilan, ademas lo unico que traen es delicuencia y narcotrafico. Los que organizan estos son organizaciones criminales, y usan a los pobres que tambien se prestan.
Por eso por favor manden la Policía Federal con camiones Hidrantes. Y esos muertos que hubo en el operativo anterior es muy probable que sean victimas de las organizaciones criminales y no de la policia. 

la hipótesis o la conclusión
Hay que sacarlos
los datos o las pruebas

la ley o argumento conceptual
El estado de derecho debe combatir el delito y garantizar los derechos y deberes de la ciudadanía
Aja. Maravilloso. Y yo me pregunto. Cuantos de uds tienen antepasados inmigrantes? porque que yo sepa a los aborígenes verdaderos dueños de estas tierras se los cepillaron a todos.
Y diganme los inmigrantes antepasados vuestros vinieron con la 4x4 cargada en el barco y con contrato de alquiler y puesto de trabajo asegurado?? Verdad que no? Se amontonaron en la Boca y en las barracas. Vayan a estudiar un poco de historia. Pero ya se que responderan: no es lo mismo porque aquellos inmigrantes eran europeos, estos son bolitas. Emigren a Europa, aqui les diran que somos todos sudacas, el bajito morochito y el argentino creido.
Pero volvamos al tema. Que se hacia en aquellas epocas con los inmigrantes luego de años y años en el conventillo?? ahh se les daba una tierra en algun lado para trabajarlas. Si no me creen les recomiendo



la hipótesis o la conclusión
Hay que sacarlos
los datos o las pruebas
-Nuestros familiares fueron inmigrantes que también fueron pobres: no tenían cuatro por cuatro, ni contrato de alquiler, ni puesto de trabajo, pero les dieron tierras.
-Si van a Europa, los van a tratar como sudacas.
la ley o argumento conceptual





Actividades
1.       A partir de la lectura de los paratextos de “La máquina de leer” de Beatriz Sarlo, conjeturar a qué género discursivo pertenece el artículo, cuál es su tema y cuál es la posición del autor ante el mismo.
2.       El artículo de Sarlo tiene una secuencia argumentativa dominante, en la que hay una hipótesis que busca ser demostrada a través de una serie de argumentos. Identificar cuál es esa hipótesis y redactarla. En segundo lugar, hacer un listado de los argumentos que la sostienen (identificar y sintetizar cada uno en una oración).
3.       Observe qué conectores aparecen en el texto, qué tipo de relación establecen. Además observe cuáles podrían agregarse para explicitar un tipo de relación que en el texto está implícita.
4.       En los argumentos, el texto despliega una serie de procedimientos. Identifíquelos.
5.       Imagine a qué hipótesis y a qué argumentos se oponen los expuestos aquí por la autora. Demuestre la condición dialógica del texto.
La máquina de leer - Beatriz SARLO
Leer: una de las operaciones más complejas. No es sorprendente que adquirir un manejo de la máquina de leer sea difícil y, en períodos de mutación cultural, se corra el riesgo de perder la máquina y la destreza para manejarla. Para decirlo con algunas comparaciones evidentes: es más difícil aprender a leer que aprender a conducir un coche o una bicicleta, jugar al tenis, cocinar comida china, andar a caballo o tejer. Por supuesto, aunque vale la pena recordarlo, es más difícil aprender a leer que a mirar televisión.
En lo escrito hay una clave de bóveda del mundo. Todavía no se ha inventado nada más allá: los hipertextos, Internet, los CDROM y los programas de computadora suponen la lectura, obligan a la lectura y no son más sencillos que los libros tal como los conocimos hasta hoy. Quien afirme algo diferente nunca vio un CDROM ni un programa de hipertexto, o quiere engañarnos haciendo barato populismo tecnológico. Si el futuro son las computadoras, la lectura es indispensable. Téngalo en cuenta quienes profesan la optimista superstición del futuro.
Pero no querría hablar del futuro, porque ya los suplementos de ciencia de los diarios exaltan suficientemente el mundo maravilloso que nos espera. Querría hablar del pasado y del presente. La lectura opera con una máquina del tiempo que hasta hoy no ha igualado ninguna otra máquina: bajo la forma de página impresa o de pantalla de computadora que imita o perfecciona la página impresa, están el mundo que fue y el mundo que es. Hasta hoy, nuestra cultura (quiero decir la cultura llamada occidental en sus diversas versiones) es visual y escrita. Esto no la hace superior a las grandes culturas orales del pasado: simplemente, marca su diferencia y el ser de su diferencia. Se puede valorar la oralidad, pero no se puede volver a ella como instrumento básico de la continuidad cultural. Se podrá prever un futuro donde la lectura resigne su hegemonía frente a otras formas de transmisión, pero ese futuro todavía no ha llegado y, si llega, llegará por la lectura y no a pesar de ella.
Es indiferente el soporte material de la lectura: ¿una página impresa, un microfilm, la pantalla de una computadora, un holograma? En el límite, todos exigen esa capacidad infinitamente difícil: interpretar algo que ha sido escrito por otro. Leer es, siempre, de algún modo, traducir.
La máquina de leer pide ser accionada con sutileza. Pero admite que se la ponga en marcha en las condiciones más libres. Difícilmente pueda ponerse en otra máquina que sea, a la vez, tan complicada en su manejo y tan abierta a los usos más personales, secretos, innovadores, transgresivos. La máquina de leer nos permite prácticamente todo.
La máquina está allí: mucho menos servil que un televisor, mucho más compleja que una computadora, pero también más esquiva porque exige más de quien la opera. La máquina de leer, instalada en la larga duración de la historia, sigue funcionando cuando otros instrumentos hoy sólo pueden ser vistos como curiosidades en los museos de la técnica. La máquina de leer: una hipermáquina, una nave espacial, una cápsula de tiempo, un espejo, un Aleph.”
Publicado en el Suplemento Clarín Cultura, 1997.

Otras actividades

1.       Cambiemos de tema. Este año el rally París- Dakar, dicen que será realizado entre Perú y Argentina.  Investigar por qué se realizó durante los últimos años en la Argentina, planificar una argumentación  que responda si hay que trasladar ese evento o no a otras latitudes.  Luego escribir el texto.

2.       Elegir uno de los textos leídos para realizar los informes de lectura y planificar una argumentación sobre  la conclusión y los argumentos del autor.  Planificar previamente todos los elementos de la red.





[1] Stephen Edelston Toulmin (1922 – 2009) ha desarrollado un esquema lógico de análisis y producción de la argumentación más complejo que el que presentamos aquí. En este curso consideramos necesaria la red argumentativa primaria y dejamos para cursos más avanzados, la red secundaria.